Con todo el poder del dinero y de sus relaciones políticas con los tres poderes del gobierno estatal, Don Rafita, antes conocido como Rafael Morales Serrano, está tramitando amparos para un cambio de medida cautelar de prisión preventiva a una medida menos gravosa y más digna para un magnate de la gasolina.
Quiere arraigo domiciliario, el angelito.
Un cambio de medida cautelar es factible cuando existan otras medidas que sean suficientes para garantizar la comparecencia del imputado a las audiencias del curso procesal iniciado en su contra.
¿La presentación periódica ante el juez, cada 8 días, es suficiente para garantizar su presencia en las audiencias? Pura maye, se pelaría en el día uno.
¿Qué tal la colocación de localizadores electrónicos en su pierna? Imposible, los haría pedazos y se iría a Guatemala.
¿El resguardo en su propio domicilio, que es toda una mansión como la de todo jeque árabe? De ahí mismo volaría rumbo a Israel.
Un cambio de medida cautelar, para pasar de prisión preventiva en El Amate a cualquiera de las anteriores, mucho más cómodas, o las que enunmera el Código Nacional de Procedimientos Penales, sólo es factible cuando no exista peligro de fuga.
Y en este caso el peligro de fuga es inminente, porque el señor huyó tan pronto en la Fiscalía Fronterizo Sierra le dieron el pitazo de la orden de aprehensión en su contra.
Pero hay razones más poderosas que una simple fuga, porque con ésta no hay peligro de que las víctimas o sus familiares y testigos sufran algún levantón o desaparición forzada.
Porque en este caso, si don Rafita recibiera el beneficio de una prisión domiciliaria desde ahí podría operar para que la víctima sea levantada, atropellada, desaparecida, o cualquier otra medida represiva en contra de su integridad física. Tendríamos un nuevo feminicidio, o quizá dos (la mamá de Chía).
Además, a su casa podrían llegar otras niñas o adolescentes, o inclusive mandar por ellas, y ponerlas en riesgo.
No quieran revictimizar a Chía. El señor, con todo y sus 70 años, debe continuar en El Amate.
Les puedo conceder que rente una casa muy pequeña en Cintalapa de Figueroa pero custodiada por cien Pakales, unos en las azotea, otros en frente, en la retaguardia y otros más vigilando las unidades vehiculares de sus hijos e hija. Pero les advierto: aún así la probabilidad de fuga es altísima. Cien de cien.
¿O estoy equivocado?